Cuando sea demasiado tarde… - Positivo y Negativo

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Positivo y Negativo

Todos los seres humanos seguimos un proceso de toma de decisiones, que mientras más rápida sea requerida la decisión (en función de quienes somos en ése recóndito rincón que muchos de nosotros llamamos corazón) determinará el esquema que influirá en el proceso de toma de decisión mismo. Últimamente he notado que muchas de las personas que me rodean (dije “muchas”, no “todas”, ya saben la historia del saco y la persona que lo porta) siguen la siguiente secuencia de toma de decisiones:

1.- ¿Qué es?

2.- ¿Cuánto me va a doler?

3.- ¿Cuánto me va a importar?

Lo cual se justifica por el contexto y la realidad en los cuales estamos inmersos. Estamos acostumbrados a que el entorno en el cual nos desempeñamos y los diferentes elementos e individuos que encontramos en él, nos perjudique. Nos hemos acostumbrado a esperar que los platos se rompan para después determinar el proceso de recolección de las piezas y, en medida de los posible, la restauración del plato mismo. Esto sin tomar en cuenta que en Cuernavaca los bares y restaurantes están cerrando de a tres por semana, pero por alguna razón se piensa que eso no afecta al turismo (lo cual es “pecata minuta”, al parecer).

Sin embargo, sostengo que si se nos hubiera enseñado a llevar una secuencia lógica que siguiera moderadamente los siguientes pasos:

1.- ¿Qué es?

2.- ¿Qué tengo que hacer para conseguirlo?

3.- ¿Cuánto podré soportar las consecuencias de mis actos?

Estaríamos viviendo una realidad social bastante diferente, en la que los esquemas sobre los cuales construyéramos nuestros pensamientos, estarían basados en las consecuencias de nuestros actos, en lugar de estar basado en lo que dichas consecuencias significan para nosotros individualmente. Es muy diferente pensar ¿Por qué no habré de coartar la carrera de un colega?, a sostener ¿Qué consecuencias tendrá el emprender una acción negativa en contra de un colega?

Tenemos que acostumbrarnos a conjugar nuestros pensamientos en positivo, a pensar en las consecuencias de nuestros actos primero, antes de pensar en el impacto que nuestras acciones tendrán en nosotros mismos. Así no tendremos que rascarnos luego la cabeza cuando nuestros actos conllevan consecuencias con las que no estamos de acuerdo.

Rompamos el ciclo, acostumbrémonos primero a anticiparnos a las consecuencias de nuestros actos, y después a sufrir las consecuencias de los mismos.

 

*Facultad de Psicología