Cuando sea demasiado tarde… - Morelos arde.

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Morelos arde.

Durante el sexenio anterior, el plomo cobraba una o dos vidas diarias en el estado de Morelos, y eso que teníamos al peor gobernador que haya podido tener cualquier estado de la gloriosa República Mexicana desde su formación. Escandaloso que hubiera 3 muertes, 5 ya ameritaba un titular en los medios. Hoy en día estamos tocando los 10 muertos por envenenamiento masivo de plomo en el segundo estado más pequeño del país. Nada más por números directos, 5 muertos al día equivale a más o menos 2000 asesinatos en un año. Se supone que mil muertos por causas no naturales en un país determinado ya significa estar en estado de guerra. La violencia está fuera de control, pareciera que la gestión gubernamental se limita a los medios, y poco más. Ya deje usted las insensibilidad del Commander in Absence al aparecer en programas deportivos en la televisión manifestando las muchas ganas que tiene de regresar a la cancha, cuando el estado se desmorona de una manera que nadie sabe si se podrá retomar el rumbo.

            Destacan dos hechos particularmente brutales. El primero de ellos es el de la muchacha que asesinaron en Cuautla, cuyo cadáver pasearon por las calles de dicha ciudad envuelto en una bolsa de basura y montada en un diablito. La persona que desecha el cadáver se pasea por la vía pública con su paquete sangriento, hasta que encuentra dónde desecharlo. ¿Se imagina usted, apreciado lector, realizar el acto de quitar una vida y luego realizar las gestiones pertinentes para esconder el hecho en tales circunstancias? Me alarma en gran medida la frialdad con la que se comete la acción, lo muertos que estamos ya por dentro como sociedad. Se dice que el país más rico es aquel en el que el transporte público es usado por la gente con mayor capacidad adquisitiva. Se dice que el sistema de salud es tan fuerte como la capacidad que tiene de atender hasta la más pequeña de las urgencias (porque en el modelo de prevención terciaria predominante en el país, vas al hospital cuando ya estás malo). Pues bien, yo sostengo que nuestra salud mental, espiritual y humana, como sociedad, está a la altura de los actos que más atenten contra ella. Eso es quienes somos como comunidad.

            Lo cual me lleva al segundo hecho. ¿Ha notado usted que van como tres o cuatro familias que sufren un ataque armado? Se me ocurren dos hechos, y ambos en las inmediaciones de la colonia Las Granjas. Hace ya algunos años, una familia entera pereció bajo las balas en el puente de la colonia Satélite. Esta semana ocurrió otro similar, en la avenida 10 de abril, no muy lejos del hecho justo mencionado, volvieron a rafaguear a una familia, sólo que en esta ocasión no todos perdieron la vida. Creo que las cosas han llegado a tal grado que algunos de estos asesinatos son derivados de un hecho de tránsito, ya ve usted lo bien que acostumbramos conducir en esta tierra. Todo lo que hace falta es que un conductor agreda a otro, para que el otro eche mano del arma de fuego que lleva consigo para revindicar la agresión recibida. Así de delicadas están las cosas, por lo menos en mi amada Cuernavaca.

La vida ya no vale lo que solía hace 30 años. Lo veo hasta en la gente cuando cruza la calle, todos los días tengo que circular por la glorieta de la Luna, aquí en la capital, y es hasta antropológico ver cómo la gente se lanza contra el flujo para poder cruzar la calle. Hay quienes simplemente han dejado de fijarse antes de cruzar, sólo se avientan al peligro sabedores de que serán los conductores que preferirán no terminar con una vida para poder llegar a tiempo al trabajo. Si alguien conoce a la persona encargada de la infraestructura de movilidad en la ciudad, ruéguele que pongan puentes peatonales en dicha zona por el bien de todos. Hasta un diagrama les dibujo, si lo consideran necesario. La salud humana en el estado de Morelos está llegando a niveles nunca antes vistos, y todos lo estamos pagando, de una manera u otra.

Como siempre agradezco sus comentarios en twitter y a través de mi correo, y si no tiene a que salir estos días (ya ve usted cómo se llena la ciudad en estas fechas), le ruego no lo haga. Regresar al final del día con el 80% de sus pertenencias y su salud moderadamente intacta ya es un privilegio del que no todos vamos a poder disfrutar en las siguientes semanas, porque el crimen no ha muerto, y la cosa solo se va a poner peor.