Cuando sea demasiado tarde… - La (nueva) Jornada Laboral

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - La (nueva) Jornada Laboral

 

          Tiene 15 años que me recibí de licenciado en Psicología y diría que tengo unos 10 años proveyendo asistencia psicológica en diferentes instancias a personas que lo requieren. No voy a presumir que conozco la problemática humana en su totalidad porque en algún lugar debe de haber un límite para mi arrogancia, pero he de decir que una constante queja del ser humano promedio es que el día no tiene suficientes horas. No alcanza el tiempo, las responsabilidades son muchas y el tiempo es poco, y/o cuando termino de trabajar descubro que a penas voy a tener horas para dormir. El día simple y sencillamente ya no alcanza.

            Estos últimos meses han caminado más o menos en la misma dirección no sólo para su servidor, sino también para diversos individuos de quién he tenido el privilegio de recibir sus quejas. Somos muchos los individuos que hemos aprendido a hacer home office con alto nivel de efectividad, muchos incluso hemos visto nuestra productividad aumentada por tales circunstancias. La modificación al paradigma del “empleo” y las responsabilidades han cambiado este último año, y es en dicho tenor que deseo realizar una propuesta más agresiva, aprovechando que la pandemia no ha terminado (hola, tercera ola) y estoy apostando a que será para finales del año que viene que estaremos recuperando algo de normalidad.

            La propuesta consiste en romper por completo el paradigma solar pertinente al calendario juliano y adaptarlo a nuestras nuevas exigencias de la vida. La ley federal del trabajo exige que la jornada laboral sea de 8 horas con una de comida, cinco días de trabajo por cada dos de descanso (que por lo general caen en sábado y domingo), y las restricciones que esto conlleva en la antigüedad, las vacaciones, y la jubilación. Todo está calculado en base a una jornada laboral que dura más de 8 horas y una semana laboral de más de 5 días.

A ojo de buen cubero, una jornada laboral diaria debe de andar rondando las 10 horas, más una de comida y por lo menos una de traslado, lo cual se puede reflejar en hasta 14 horas de trabajo diario. Eso deja, asumiendo que un individuo duerme 8 horas por cada 24 de vida, 2 horas al día para atender todos los menesteres personales relevantes a la vida de dicho individuo. Además, la semana laboral ya se extiende, cuando menos, hasta el sábado, lo cual resulta en un día a la semana, cuando mucho día y medio, para atender dichos menesteres personales. Además, no hay razón para concentrar los días de descanso de la población completa a los mismos dos días de descanso, o los mismos tres fines de semana de puente obligatorio. Le invito, apreciado lector, a darse una vuelta por la costera de Acapulco un jueves santo al medio día para buscar “disfrutar” sus vacaciones. Estos cuellos de botella sociales causan más perjuicio que beneficio.  

            ¿Por qué nos sujetamos al ciclo solar de 24 horas? Bueno, se supone que el ser humano tiene un ritmo circadiano de unas 25 horas, lo cual ha permitido mantener esta lógica todo este tiempo, pero la pregunta permanece. Yo mismo he estado sujeto a horarios laborales que no obedecen la norma, incluso cuando eres estudiante la norma carece de sentido. También he podido observar personas que para nada se sujetan a las condiciones normales de trabajo, o que incluso hay empresas y/o instituciones que laboran 24 hrs al día, lo cual implica horario laboral de 12 de la noche a 8 de la mañana para una tercera parte de su personal. Además, ahora que explotó el tema del trabajo virtual, he tenido reuniones con personas de tres diferentes continentes en un solo momento dado. Es cada vez más difícil ajustar la vida humana al horario solar, y cada vez hay menos razones para hacerlo.

            Es por ello que propongo transitemos a una semana de 8 días, con días de 30 horas. Esto permitiría tener una jornada laboral de 12 horas, tener ritmos de sueño de 8 horas, y 10 horas al día para atender todos los menesteres personales que se requieran. Además, se puede jugar con semanas laborales de 6 días de trabajo por dos de descanso, o 3 días de trabajo por uno de descanso. La distribución equitativa de los tiempos a lo largo de toda la población garantizaría por un lado ampliar la productividad económica en general y por el otro elevar la calidad de vida y bienestar de los individuos también en general. Un año de 365 días tiene 8760 horas, si los días se amplían a 30 horas se tienen sólo 292 (36 semanas de 8 días), pero la jornada laboral de 8 horas se traduce en 1920 horas de trabajo efectivo, mientras que una jornada de 12 horas (6 días a la semana) implicaría 2592 horas de trabajo efectivo. Al final todos los sectores ganan.

El único contratiempo sería el periodo de adaptación de los seres humanos, lo que incluye que una parte de nuestras vidas se tendría que realizar de noche por ya ser irrelevante a la agenda semanal. De todas maneras, los asesinatos, asaltos, robos, y demás menesteres del gobierno desorganizado se realizan más de día que de noche, por lo que incluso ellos se tendrían que adaptar a esta nueva forma de organizar el tiempo.

            Hay que aprovechar que la cosa ya está toda desnormalizada, para hacerle los cambios que se requieren ya desde hace mucho tiempo. La vida como la conocíamos en 2019 ha muerto, y depende de nosotros que para 2022 sea de mayor servicio a la humanidad.