Cuando sea demasiado tarde... - Democracia Mexicana

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde... - Democracia Mexicana

Esta semana va a tocar hablar de política otra vez. La verdad es que me doy mis periodos de vacaciones, porque me gusta este espacio para promover algunas ideas personales o sentirme un poco como Neil DeGrasse-Tyson y hacer de cuenta que soy divulgador de la ciencia. Dado, DeGrasse-Tyson ha ganado cientos de premios e incluso fue el heredero de una de las sagas de divulgación que más sacudió a la comunidad, Cosmos, estelarizada por nada menos que Carl Sagan, otro grande de la divulgación. Por aquí aprovecho y les cuento dos o tres cosas de mi trabajo, de Psicología, y otros temas supuestamente científicos.

            Los pasados días vieron un hecho que a mi parecer, no tiene precedente, y si lo tiene, somos una vergüenza como sociedad. Se registraron 9 partidos políticos nuevos para las contiendas electorales que se avecinan, sumados al otro tanto de partidos que ya existía. Personalmente pienso que es respetable que un individuo ejerza su derecho de contender por un puesto de administración pública, pero esto es una burla. No me hace falta mencionar nombres para que usted, amable lector, recuerde a por lo menos un par de personajes que han participado en tales acciones. La actividad política del glorioso estado de Morelos ha sido cada vez más anacrónica, marchita, decadente, insípida, carente, mediocre, innecesaria, corrupta, excesiva, parasitosa, simbiótica, incompetente, pervertida, patológica, psicopática, (¿ya dije mediocre?), y sobre todo: costosa. Este país invierte más en democracia que en educación y salud JUNTOS. He visto presidentes municipales que hacen conferencias de prensa para celebrar que proveyeron a su cuerpo de bomberos DE UNIFORMES.

            ¿Cómo es que llegamos hasta aquí? A lo largo de mi vida laboral he podido conocer diversos ámbitos de la administración de varios municipios y de varios estados de la República Mexicana. Insisto en que no hace falta mencionar a uno u a otro, si pudiéramos tener a la mano el gremio de la política completo y elegir una muestra aleatoria simple de individuos, el resultado arrojaría los mismos adjetivos incluidos en el párrafo anterior. La comunidad política del país se ha caracterizado casi por completo por la misión de la adquisición de riqueza y beneficio personal (y familiar) a través de los cargos públicos. Una vez escuché a un trabajador de hace un par de administraciones: “Trabajar en gobierno es como una beca, aquí tienes que jalar lo más que puedas para tu molino porque en tres años, esto se acaba.” Como en todos lados debe haber sus honrosas excepciones, pero si usted hace memoria de cómo eran las cosas hace 20 años en Morelos, y cómo son ahora, coincidirá conmigo en que la cosa simple y sencillamente está cada vez peor. Lauro Ortega sigue siendo referente como el mejor gobernador que ha tenido el estado, y su gestión terminó hace más de 30 años.

            Algunos colegas economistas han manifestado estar de acuerdo cuando digo que un 10 o 20% del PIB de este país se va en corrupción, y hasta diría que es un número alegre. El dinero que viene bajando por el aparato de gobierno se va quedando en el camino, de tal manera que sólo un 30 o un muy alegre 40% de ese dinero se traduce en obra pública, salud, educación, e infraestructura. Hemos llegado al grado de ver hospitales que no tienen ni aparatos, ni camas, ni enfermeras, ni doctores, ni medicamentos, y que son inaugurados hasta tres veces por dos administraciones diferentes. Ese es el tenor en el que vivimos la política hoy en día y ESE es el tenor bajo el cual coloco la flamante inauguración de NUEVE partidos políticos para una población que no llega ni a los 2 millones de habitantes, de los cuáles a más de la mitad no le interesa participar en esta democracia que apesta a pescado podrido.

            Una vez un abogado me dijo: “La democracia no sirve, pero es el único medio que nos queda.” Pues yo digo que la democracia ha muerto, y me reúso a siquiera apoyar tal acción, mucho menos a participar en ella, aunque hayamos sido nosotros mismos los que la hayamos matado.