Cuando sea demasiado tarde… - Conducción Inter-Urbana y el ¨Driving-Style¨

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Conducción Inter-Urbana y el ¨Driving-Style¨

Me la paso anunciando el segundo número del Manual de Supervivencia Vial (que saldrá en los próximos meses, estoy atorado en el proceso editorial, aunque ha habido avances importantes), pero ahora comenzamos a explorar la idea para el tercer número. Todavía no estoy seguro si será enfocado a la conducción inter-urbana (conducir en carretera) exclusivamente, o enfocarlo exclusivamente al fenómeno del “Driving-Style”, o una combinación de ambos. Todavía es prematuro anunciar si nos iremos por un lado o por el otro, pero si el de allá arriba y la UAEM me lo permiten, seguiremos trabajando arduamente en este tema de la Psicología de la Movilidad que tanto me apasiona. Como siempre, el tránsito es un tema del que no se conoce mucho, pero todo el mundo tiene algo qué decir; así que, apreciado lector, me pongo a sus órdenes en el correo gdorantesa@uaem.mx para dar lectura a sus comentarios.

            Esta idea nace a partir de una observación que tengo varios meses construyendo. Su servidor tiene, sin el afán de exagerar, unos 500 mil kilómetros recorridos al volante. Mis papás me regalaron un hermoso Chevrolet Cavalier modelo 1998 color negro el año que ingresé a la licenciatura. Ese auto conoció, en orden estrictamente geográfico, Querétaro, Toluca, Ciudad de México, obviamente el glorioso estado de Morelos, Puebla, Veracruz, Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. De hecho, hasta cruzó en ferry a Isla Mujeres en 2005 y me ayudó a sobrevivir una de las peores inundaciones que ha sufrido el sureste por ahí de 2010. Se fue ya en sus últimos kilómetros por ahí de 2011 y lo tuve que vender con un iPhone de regalo porque simplemente no se vendía (la persona que lo adquirió quería más el iPhone que el coche, tengo entendido que lo revendió y le sacó un poquito de dinero). Dos autos después y un poquito de matemática, llegamos a la cifra de medio millón de unidades recorridas. Mi padre disfrutaba mucho de conducir durante las vacaciones, y supongo que de ahí heredé el gusto por esto de la Movilidad, un fenómeno complejo a nivel Edgar Morin. Diría que por lo menos el gusto se justifica, y ya la calidad de mi trabajo queda, como siempre, a opinión del lector.

            Según mis observaciones, el conductor en general se puede dividir en 3 grandes categorías, según la velocidad promedio a la que conduce en carretera. Añado la anotación que mis observaciones se hacen más sobre mi experiencia en autopista de lo que se hace en vías federales, creo que es uno de los pequeños lujos fifí de los que disfruto siendo parte de la élite académica y clasemediera. Tal vez valga la pena hacer una buena cantidad de trabajo de campo para esta siguiente experiencia, hay mucho por documentar. Como siempre, empezamos el comentario insistiendo en que los límites de velocidad existen por una razón y es responsabilidad del conductor obedecerlos. Su servidor se limita a anotar sus observaciones en modo ex post facto (después de que ha ocurrido el hecho). Veamos las tres categorías.

            El conductor que conduce por debajo de los 80 km/h lo hace así porque su unidad no le permite ir a mayor velocidad, ya sea porque lleva carga o el vehículo es de poca capacidad. Dentro de este grupo hay un pequeño subgrupo de conductores que han aprendido que a menor velocidad se sobrevive mejor, pero son los menos que los más. Estos, dados los otros grupos, constituyen en sí una serie de obstáculos a sortear, pues se ha vuelto tan injusta la movilidad, que aquel que aprecia su seguridad se ha convertido más en un estorbo a los escalafones superiores de la escala alimenticia. Después, vienen aquellos que vivimos alrededor de los 100 km/h, una velocidad que se considera ya de por sí peligrosa, pero las unidades de hoy en día hacen la labor un poquito más fácil. Personalmente he encontrado que es mucho más eficiente mantener una misma velocidad constante que tratar de conducir a máxima velocidad y vivir en el aumento y disminución de esta. El tercer grupo está formado por aquellos que conducen a una velocidad promedio superior a los 120 km/h. Por un lado, están todos los deportivos que tienen toda la capacidad para hacerlo con determinado nivel de seguridad, y por el otro aquellos vehículos que no tienen tanta tecnología, pero la capacidad de su motor lo permite. Diametralmente a estos tres grupos, hay otros tres grupos al respecto de la pericia para conducir: poca pericia, suficiente pericia, y exceso de pericia. Digo que es en exceso porque el conductor que tiene gran experiencia y capacidad conoce muchos trucos que le permite aventajar a los vehículos que lo rodean, pero con la aleatoriedad de la pericia con la que cuenta el resto de los conductores para lidiar con él o ella. La pericia en exceso puede funcionar en contra del propio conductor, si las condiciones y/o el exceso de velocidad funcionan en su contra.

            Esta cuadrícula de 9 casillas es la base de lo que se llama el “driving style”. Tal concepto no es acuñado por su servidor, ya existe desde hace mucho, pero considero que será la columna vertebral del tercer número del Manual de Supervivencia Vial, que espero sea un hecho para 2023 o 24. Por lo pronto no queda más que seguir esperando se termine la gestión para el segundo número, que espero en breve poder presumirles con gran orgullo. Mientras tanto, le recuerdo que esta semana se colapsó casi por completo el estado de derecho, la ciudadanía impide a la policía realizar su labor, por un lado, y por el otro la ciudadanía hace justicia por propia mano sin que la policía haga nada por hacer su labor. Hoy en día se muere por plomo, fierro, coche, coronavirus, temblor, inundaciones, y fuego popular. Si no tiene a qué salir, apreciado lector, le ruego no lo haga.

            El estado de derecho en Morelos ha muerto, si es que todavía estaba vivo para estas alturas del partido.