Con semáforo… y sin semáforo.

En opinión de Aura Hérnandez

Con semáforo… y sin semáforo.

“Lo dejaban todo al azar, y el azar no tiene miramientos con nadie(...) ”

Albert Camus, La peste.

 

El 31 de mayo, al concluir la jornada de sana distancia en el país la Comisión de Salubridad acordó que en adelante serían los estados quienes regularían el desconfinamiento, esto de acuerdo con las condiciones de la pandemia en sus territorios a partir de un sistema de semáforos regulado centralmente.

Ese día por la noche en su programa Dinero, el periodista Enrique Galván Ochoa expresó sus peores presagios de lo que se vendría al dejar a autoridades locales las decisiones sobre el manejo sanitario de la epidemia de Coronavirus que azota al país y al mundo. Lo terrible es que no se equivocó.

Hoy en día en nuestro país las autoridades sanitarias sostienen que hay una desaceleración de los contagios de Covid 19, a la par que las estadísticas registran incrementos en el  número de casos y de personas fallecidas, y hay estados y municipios que han retornado a una situación crítica cuando habían logrado cierto control de la pandemia.

También es cierto que no hay economía que aguante tres meses de confinamiento, ni aún las de países europeos que vienen de un estado de bienestar de décadas y cuentan con un sistema sanitario robusto, mucho menos una economía como la mexicana con más de la mitad de su población viviendo en pobreza.

Pero es mucho más cierto que, después de 31 de mayo la epidemia ha remontado porque la población relajó las medidas de cuidado, pero sobre todo porque las autoridades sanitarias locales han sido omisas en su papel de reguladoras del desconfinamiento y la vuelta gradual a las actividades económicas aunque mediáticamente simulan otra cosa.

En Morelos tenemos un mosaico variopinto de respuestas a las medidas de desconfinamiento. Algunos municipios han mostrado empeño en proteger a la población no obstante que batallan contra la voluntad particular de cada persona. Para algunos pareciera que lo es lo mismo con semáforo o sin semáforo, su omisión tendrá consecuencias fatales.

Hay quienes lo han hecho medianamente bien y hay quienes de plano solo han simulado y usado la pandemia para hacer propaganda política, cosa por demás ruín tanto de parte de los gobernantes que visitan las colonias marginadas entregando despensas con nombre de diputado, presidente municipal o funcionario del gobierno, como de lo oposición que en cada persona fallecida ve un voto en las elecciones que siguen.

No se trata de usar la fuerza pública para obligar a las personas a mantenerse en su casa, cuando muchos realmente lo hacen porque salir significa el pan en su mesa, si no de realmente empeñarse en campañas que contribuyan a reforzar el acatamiento de las medidas de seguridad como es el uso de cubrebocas, la limpieza de las manos y la sana distancia.

En principio los comercios establecidos tenían como norma, que para entrar se debía portar cubrebocas y ofrecían gel sanitizante a sus clientes, hoy en día esa buena práctica se ha relajado en una buena parte de los municipios del estado, pues no hay autoridad que vigile que su cumplimiento.

Si las personas tienen que salir porque es su única opción de vida, el papel de las autoridades es hacer todo lo posible para garantizar que quienes tienen que hacerlo, lo hagan en condiciones adecuadas para prevenir alguna transmisión del virus, esa es una actividad indispensable y deberían dirigir sus esfuerzos a lograrlo.

No puedo negar que he visto ejemplos loables, por ejemplo en la zona sur del estado es notorio el uso del cubrebocas por una gran cantidad de personas que están en el espacio público, pero no así la congregación de personas.

En Cuernavaca por lo menos en el centro histórico he visto a personal de seguridad municipal ofrecer cubrebocas a transeúntes que no lo portan y he escuchado un camión recolector de basura con un altoparlante, invitando a la población a tomar las medidas de protección sanitaria y exhortando a la población a quedarse en casa si no es necesario salir.

Pero he visto en Jiutepec, en toda la era Covid, aglomeraciones de personas en el mercado municipal sin mascarillas, y he visto el zócalo, frente al Ayuntamiento, con cintas de precaución violadas y congregación sin rubores de personas en ese lugar. Y he observado que los comercios no toman ninguna medida de protección sanitaria  ni para ellos y mucho menos para sus clientes y lo peor, he visto funcionando su tradicional tianguis de los domingos, yo me pregunto y ¿dónde está la autoridad?

Pero no solo los municipios, las autoridades estatales también han sido omisas en el manejo del desconfinamiento, pues han confundido el apoyo a la población con la caridad al privilegiar la entrega de despensas, por encima de trabajar para generar una cultura de cuidado y autocuidado sanitario.

Y he visto un poder legislativo que ha omitido exigir a nombre de la población que se cumplan las medidas de cuidado en el desconfinamiento y he visto un poder judicial que tiene más de cuatro meses sin impartir justicia en detrimento del derecho de acceso a la justicia de las personas y también para la ruina algunos miembros del foro de abogados de la entidad.

En fin que la pandemia ha sido un buen pretexto para todo. Un pretexto para que se acepte lo inaceptable como lo ha sido el comportamiento de la élite política de Morelos y lo más terrible es que no tenemos plazo para su término. Tal vez debería servirnos de consuelo el refrán popular “no hay mal que dure cien años”... pero tampoco hay enfermo que lo aguante.