¿CÓMO EXPLICARLE A TÚ HIJO QUE ES DIFERENTE Y AYUDARLO A ENFRENTAR LAS DIFERENCIAS DE UNA DISCAPACIDAD MOTRIZ EN LA VIDA COTIDIANA?

En opinión de Karla G. Genis Moreno

¿CÓMO EXPLICARLE A TÚ HIJO QUE ES DIFERENTE Y AYUDARLO A ENFRENTAR LAS DIFERENCIAS DE UNA DISCAPACIDAD MOTRIZ EN LA VIDA COTIDIANA?

En el día a día se habla de la igualdad, de equidad, de respeto, de oportunidades para todos, etc.  Pero, las cosas no funcionan así allá afuera, sobre todo, cuando se trata de lo mas amado que puedes tener, tu hijo.

Cuando en espacios sociales te enfrentas a las miradas, murmuraciones, juicios, señalamientos, burlas y comentarios que lastiman; como mamá haces oídos sordos y sigues de largo la mayoría de las veces, tratando de distraerlo para que no se sienta agredido, pero van creciendo y se vuelve imposible evitarle estas experiencias.

En una ocasión estando en un restaurante, mi hijo corría al área de juegos, el primero en llegar y observar cuantos niños había para poder ir a jugar, corría con sus muñones a explorar; regresaba decepcionado y decía “mamá ¿con quién voy a jugar en los juegos si no hay niños?”, ya llegaran le contestaba, mientras desayunemos; apuradamente se sentaba a desayunar y en cuento terminaba se levantaba y observaba todas las mesas para buscar niños, acto seguido iba a saludar a la mesa que había identificado y pedía permiso a los papás para invitar a jugar a sus hijos, sorprendidos por la iniciativa de un niños de apenas 4 años de edad los padres de familia sonreían y accedían; varios niños empezaban a integrarse a los juegos y todo parecía felicidad y alegría; hasta que llegaba el niño que comenzaba a notar que mi hijo no tenía piernas y que sus pantalones arrastraban por el piso y era más chiquito que los demás niños, ahí comenzaba el todo, el juego y la risa se detenía y corría a mi mesa para decirme, “mamá unos niños se ríen de mí, me dicen que soy chiquito y que no tengo piernas, corren y gritan cuando me ven, son groseros mamá”, en esos momentos sentía como el estómago se me apretaba, el calor  y la tensión invadían mi cuerpo y quería correr a poner a todos en su lugar; pero respiraba y con toda la clama en mi tono de voz (la que por dentro se quebraba) le preguntaba a él, ¿tú por qué crees que se portan así?, mi hijo sin titubear rápidamente respondía; “pues porque ellos creen que no tengo piernas pero éstas son mis piernas (me decía mientras arremangaba sus pantalones y señalaba sus muñones) y se ríen porque son groseros!”, expresaba seguro y convencido con una sonrisa mientras me abrazaba. (Para experiencias como esas yo había diseñado como mamá desde mi necesidad de protección una explicación que fuera comprensible para un niño de esa edad y que lo ayudara a no sentirse señalado y lastimado por los otros;  siempre le decía que cuando los niños eran groseros con otros era porque estaban tristes y enojados, porque no tenían una mamá cariñosa que los abrazara y besara, les dijera todos los días cuanto los amaban, no les leían cuentos antes de dormir y no jugaban con ellos; y eso los hacía sentir enojados y por eso se portaban groseros con los demás niños) explicación que mi hijo adoptó sin problema y la empleaba cuantas veces fue necesario, y sí que la utilizó.

Parece un día cualquiera, con una salida a la calle sin mayor novedad, pero enfrentar una sociedad ignorante en estos temas y con tan poca empatía no resulta fácil, cuando al que señalan es a tu hijo, cuando tienes que buscar todas las explicaciones y hacerle ver que hay muchas cosas, personas y situaciones hermosas por las que vale la pena luchar y que se pueden disfrutar, aún y con la discriminación que hoy vivimos las familias y los niños con alguna discapacidad.