Caricatura Política - Mejor de una vez culpable

En opinión de Sergio Dorado

Caricatura Política - Mejor de una vez culpable

            El alcalde de Cuernavaca Antonio Villalobos, también conocido como “El Lobito Feroz”, trae entre manos un proyecto subrepticio en el parque “Melchor Ocampo”, aduciendo que todavía no puede darlo a conocer porque está en proceso de estudio que realiza la UAEM, con expertos ambientalistas, ecologistas, arquitectos e ingenieros de primera línea. Por eso, los curiosos deben esperar hasta que, en la mesa técnica de la máxima casa de estudios, se declare su inocencia o  culpabilidad.

            Pero la prensa y la sociedad han de pensar que si el proyecto no se quiere dar a conocer es porque quién sabe de qué se trata el dichoso plan. No se requiere mucho seso para ello, para pensar que cuando algo no se revela a la primera, es un buen motivo de sospechas malas. Y sociedad y periodismo, por mientras, agarrados de la mano siguen el mandamiento popular del pensar mal y acertar, conociendo cómo se las gastan los políticos de Morelos.

            No mentir es otro de los mandamientos que la gente morelense sigue, porque así lo dicta el nuevo régimen, por eso con cámaras un grupo de vecinos se apersonó en el “Melchor Ocampo”. La naturaleza de este espacio, que mide casi 3,000 metros, es hermosa. Incluso viéndola en video, la tierra, el agua y los árboles exudan vida y frescura. Sirve de nido temporal para una parvada de pericos que rondan la ciudad desde la barranca de Alta Vista hasta la Estación, adornando los árboles con su picante chismorreo natural. El “Melchor Ocampo” también es la casa del “Cangrejito Barranqueño”, que según los vecinos del barrio de Gualupita, es endémico de Cuernavaca.

En un cambio de escena, se oye en el video la voz de alguien que expresa con orgullo: “También hay un búho”.

            A veces no hay manera de filosofar, especialmente si ese alguien con quien se filosofa es de corta mecha y no razona más allá de la nariz. Quien se monta en la soberbia y pierde los estribos por quítame estas pulgas es alguien que nunca debe ser servidor público, pues todavía no entiende el otro mandamiento: “El pueblo pone y el pueblo quita”.

La posición del “Lobito Feroz” es ridícula. De inmediato se observa en él una ignorancia política casi demencial. Más allá de la verdad del proyecto, el alcalde primero actúa y luego piensa. No socializó de antemano la obra porque sabía que habría reacción. Se presume guayabo y dice que es incapaz de provocar daño ambiental a su querida Cuernavaca, pero no quiere revelar de qué se trata su idea, y de ahí surge la sospecha y la conjetura social, obvio.

Por otra parte, será interesante saber el resultado del diagnóstico de impacto ambiental y arquitectónico final que según el “Lobito Feroz” se lleva a cabo en la UAEM. Ojalá ahí los expertos salven uno de los pocos espacios casi vírgenes de Cuernavaca. Ojalá le den la última oportunidad al “Cangrejito Barranqueño”; porque si no, es decir, si éste se extingue de por vida, habría que mandarle componer un corrido similar al del “Pajarillo Barranqueño”.

Algunos biólogos de la UAEM que conozco aseguran que donde el hombre pone las manos, causa impacto ambiental no natural. Eso es un principio que nadie pone en duda, pero aseguran también que hay de impactos a impactos, pues no es lo mismo arrojar el excremento de la ciudad en la barranca cercana que continuar siendo un parque donde la gente pueda sentarse unos minutos para otear de qué se trata la vida, para orar o llorar, o al menos para dar el primer beso a la novia de la secu con el uniforme de gala, después de los honores a la bandera en la “Froylán Parroquín García”.

Ahora que, si algún peso hace mi sugerencia, que rotundamente no lo creo, lo mejor es que el “Lobito Feroz”, con gruñido y todo -si quiere, claro-, se comunique de inmediato con el equipo técnico universitario que lleva a cabo tan magnificente proyecto, y de una buena vez pida ser declarado culpable, antes que le lleguen en bragas las “Guardianas de los Árboles” y otros grupos nuevos de féminas ambientalistas, para obligarlo a salir de la cueva de las “Guacamayas” siguiendo el perfume de lomas de Venus al por mayor.

Con él esto no falla para un careo social feminista.

¡Sea pues!