Arco Libre - La entrevista

Hugo Arco en Cultura

Arco Libre - La entrevista

Es un honor contar con una personalidad internacional que ha sido un ejemplo para millones de personas que siempre buscaron la conciencia cósmica a través de lo que fuese, ya fueran yerbas mágicas, carne podrida o distintos azucares. El genial, el singular, el hipercardio de resurgido, el excelentísimo señor, ¡el graaaaaan Astor el magnífico, un aplauso por favor!

 

   Señor Astor, no puedo creer que mis ojos lo puedan ver tan de cerca, en vivo y a todo color, me gustaría abrazarlo pero sé que es probable que me rechace…

 

   Astor: No Melquiades, no podría rechazarte sabiendo de ante mano que estoy no sólo con un reporterillo, no no, sino también con el mejor ajedrecista del momento. Tú tienes ese dominio con el peón que nadie tiene en el mundo entero y eso, también es de reconocerse.

 

El reportero Melquiades: Gracias señor Astor, no sabía que usted andaba por ahí viendo lo que sucede en las vidas ajenas. Resulta paradójico saber que siendo tan sabio arrastre tanta culpa. Honestamente tengo la sospecha a veces, de que en realidad, pudo haber sido su equipo de trabajo y no usted, el que ha realizado, a lo largo de los años, todas sus proezas y faenas, así como Edison, pero recuerde que ya por estos tiempos, todo se sabe.

 

La respuesta al magnífico Astor le pareció totalmente extraña y un poco ofensiva, le generó una mueca grande.

 

A: Tu primera pregunta por favor.

 

RM: Muy bien, señor Astor, comencemos. En el aspecto general, creo que es importante para la mayoría saber su opinión sobre un tema que perjudica a muchísimos de nuestros compatriotas, aquellos que trabajan día y noche sin parar y que buscan llegar de buena forma de sus hogares hasta sus fuentes de ingreso. Mi pregunta es la siguiente: ¿ha notado algún cambio, alguna mejoría en el transporte colectivo metro? ¿Sugeriría hacer cambios de trenes? o convendría mejor así quedarnos.

 

A: Nuestro transporte es basura. Las toneladas de personas que viajan a través del metro huelen de forma rara. Y sí, en efecto, se tienen que levantar muy temprano, pobres. Sin embargo, parece mentira pero por lo general, todos ellos, son gerentes de algunos de los restaurantes de más tradición. Y eso, vaya que es de reconocerse. Yo de aquéllos restoranes, solo recuerdo los famosos molletes universitarios, no recuerdo otra cosa. Y bueno, casualmente eso ha ayudado mucho a que el metro huela precisamente a ese pan, medio dorado, embarrado de queso, frijol y perfume.

 

RM: ¿Entonces, con respecto a los trenes, sugeriría que así nos quedemos?

 

A: Yo creo que esa pregunta es muy compleja. Me sería falso y contradictorio asegurar de primera mano que yo desee que nos quedemos así. Quizás es una realidad eso de que las personas más conscientes, viajen por otros medios para evitar la muchedumbre, pero podría yo casi asegurar que todos quisieran gozar de andenes limpios y con música de mariachi ¿Me explico? En fin, para no hacerte el cuento largo, toda realidad siempre se topa con una mentira. El concepto de mentira ha cambiado a los largo de los años. Antes era pecado, ahora es utilizada hasta en los albures.

 

RM: Estoy sorprendido por la cantidad de sentimientos que se me revuelven con su pensar señor Astor. A veces pienso que soy como la mar y aveces como cualquier río. Queremos agradecerle que se haya tomado la molestia de venir aunque yo a usted lo conozco muy bien, no da paso sin guarache. Por cierto, ¿Sabía que en el Japón también existe una palabra que se parece a la palabra guarache?

 

A: ¡Warasshu! Por supuesto que sí sabía. ¿Pues quién me cree, Melquiades? No he viajado por muchos países, es cierto, de hecho solo conozco algunos estados, pero la gente me conoce y sabe de mis conocimientos, sabe que está en buenas manos cuando necesitan sentirse seguros y es por eso que se atreven conmigo a ser como son en realidad. ¡Nada de hipocresías, Melquiades, nada! Mis continuas lecturas hacia mis libros de auto-ayuda son mi más grande tesoro y además son mi más inagotable fuente de conocimiento.

 

RM: No se ofenda maestro, yo solo pregunto porque me entró la duda y bueno, yo alguna vez pensé que podía ser como usted, sin embargo, me di cuenta que era mejor ser en tal caso como mi padre. Se me hacía algo más sincero a pesar de que nunca lo conocí. Yo cuando nací, el murió, por el parto…

 

A: Ahora entiendo todo, tu forma de ser, tu inseguridad, no contaste con tu padre para la mayoría de cosas que se necesita tener a nuestro progenitor y la mayoría de veces te sientes atacado.

 

RM: ¡Pero también muy amado señor Astor!, sobre todo de muchas de mis maestras de primaria que aun recuerdo con ternura y que generaron mis primeras experiencias platónicas sexuales.

 

  De un momento a otro los dos en la entrevista callaron, se hizo un silencio incómodo, Melquiades no supo más qué preguntar y el excelentísimo, en silencio, prefirió levantarse e irse sin olvidar su pepsilindro lleno de té verde que lo acompaña siempre.