Árbol inmóvil - Verdad de Perogrullo

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Verdad de Perogrullo

Verdad de Perogrullo: las administraciones local y federal tienen una similitud: continúan repartiendo culpas hacia los regímenes anteriores. Pretextan un sinfín de situaciones, con tal de no dar resultados; sobre todo, contra la delincuencia (que se acrecienta, a medida que la estolidez se mueve en las oficinas de quienes deben procurar la justicia).

Los tres poderes, acá, utilizan estructuras pleonásticas, del tipo paremiológico, para aplicar un vetusto algoritmo, a fin de fragmentar a la sociedad. Así, la manipulación resulta más fácil de aplicar, la cual, casi pasa desapercibida.

Las recientes declaraciones del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, en el sentido de que “alguien” está cuidando a Graco Ramírez Garrido, son eso: evasiones. Ni él, ni los 20 diputados locales, van a hacer algo notorio.

La marcha de las manecillas del reloj se sigue encargando de ponerlos en su lugar, de donde nunca debieron haber salido. Sin embargo, la misma inercia los endilga a generar ciertos resultados… Meros paliativos, que se vuelven ejes retóricos de una clase política que, en seis años, duplicará la crisis que está ahora: desempleo, asesinatos a granel y escasez transversal. He ahí la tendencia…

Son coprófagos, como dijera el politólogo Frabrizio Andreella. El jefe del Ejecutivo local, fiel, no a su estilo, sino a su “tenacidad” gnoseológica, emite expresiones tan apodícticas, que parecen paradojas… Propias de un cosmos en el que no existe la perdurabilidad.

Los legisladores (a un costado de él; como el juego de “Lo que hace la mano hace la tras”), lideran los litotes (o simples atenuaciones). ¿No los han oído? Acérquense al fragmento de esta columna, poco a poco… Fijen la vista en lo siguiente: “Erario público”. Es una estructura semántica que ha caído en la monotonía (dentro de esa comunidad lingüística legislativa). El caso, en súmulas, es que el Congreso es un depósito de polaridad e intereses subrepticios. En ocasiones, la ansiedad sale a flote y, ergo, el hedor de la cloaca se comienza a ventilar. Como un cuerpo pútrido (con síntomas de estallidos termonucleares).

De los pendientes, qué decir. La pedagogía no tiene cabida. No se puede ser reiterativo ante la indiferencia e improvisación de los nada egregios inquilinos de “Guillermo Gándara”.

En lo venidero, harán acciones en detrimento de la coyuntura. Seguro, aprobarán la abrogación de un paquete más de las llamadas “pensiones doradas”. ¿Y qué? Insisto: la misma apatía –apasionada- propiciará discusiones (con el desgano de por medio), “avances” y relativas respuestas a demandas sociales. Pero, no van a aguantar la presión en:

  1. La transición de los órganos internos (los cambios de mando).
  2. La imparcialidad en los nombramientos que les competen (CDH, ESAF y más).
  3. Presión de transportistas. Éstos quieren imponer, en las unidades con itinerario fijo, una tarifa mínima de 10 pesos. La diputada Elsa Delia González Solórzano, de “Morena”, es titular de la comisión correspondiente. Dudo que tenga capacidad para destrabar este conflicto que se avecina. Permítame, amable lector, ser prosaico: “Quiero ver que se coma ese pollito” (¡Uf! Qué náuseas).
  4. El detenimiento de los intereses. Como órgano colegiado, no podrán prescindir de la ambición.

 

 

ZALEMAS

La depresión se acentúa ante la visión de una hoja seca (lejos de Bambarás) adherida al aire. Y, de súbito, como un símbolo de muerte, mueve a la palabra; la agita y, en el menor de los casos, la deteriora (como un alma expuesta a la amargura de la reencarnación). En consecuencia, el vocablo anhela caer en la página, con un sigilo indecible… quiere pasar desapercibido. Sobre la mente del aedo pasan el polvo, el alba, la amargura, el follaje, el ocaso, la mirada, el desprecio, el aroma, el pasado, el punto fijo; el precinto momentáneo; el inmemorial instante; el minuto continuo; los remos, la navegación de cabotaje… Repasemos a Cavafis, en “Velas”:

 

 

 

“Los días futuros se yerguen ante nosotros como una hilera de pequeñas velas encendidas, iluminadas, tibias, vivas”.

 

Qué dice el poeta. Imposible decodificarlo. Si no podemos con eso, menos con el texto sagrado, porque solemos anteponer el engreimiento por encima del entendimiento espiritual.

 

Y apontoca:

 

“Quedan atrás los días pasados:

una triste línea de velas consumidas;

aún humean las más cercanas.

Velas frías, derretidas, deformes”.

 

No voltees. En la espalda está la materia en múltiples estados y, al mismo tiempo, en ninguno. Puedes virar el rostro (hacia los cuatro puntos cardinales), mas no verás nada. Un desierto, unos ojos cerrados… Una mano cóncava sobre tu cara, a lo mucho. (Hasta el próximo jueves)…