Árbol inmóvil - Comparecencias de ignominia

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Comparecencias de ignominia

En el marco de la comparecencia (ruin) de Marco Antonio Cantú, secretario de Salud, Rosalina Mazari (única priísta en este parlamento ominoso) preguntó sobre cuántas ferias (acciones donde se fomenta el bienestar) se habían hecho en el 2019 (y los resultados). ¿Es éste el nivel parlamentario idóneo?

No se trata de subestimar este esfuerzo institucional; sólo un epígrafe: la interacción entre diputados-integrantes del gabinete es un acto inescrutablemente circense.

La de Gilberto Alcalá, secretario de Desarrollo Social, fue el vestigio de la estolidez. Al frente de él, Ariadna Barrera y Cristina Xochiquetzal Sánchez (¡imagínense!)

Por ejemplo, ¿dónde está la promesa de Alejandra Flores -presidente de la Junta Política y de Gobierno-, en el sentido de que la del fiscal no sería “a modo”? Lo fue. Y, en gran media, significó un acto inicuo. Una candonga (“chacota”, dijeran algunos)…

En súmulas, desde Carmona Gándara hasta Pablo Ojeda (secretario de Gobierno), pasando por Fidel Jiménez (hasta el momento), estas tareas, que se desprenden de la glosa del gobernador, son inútiles y complacientes. Más que un llamado a cuentas, se trata de un estípite de anquilosamiento… Un retroceso.

Una entidad que se jacta de ser democrática, no se merece eso. Hasta un ciego (como la cohorte de algunos constituyentes y sus fócidos o pinnípedos mediáticos) logra dilucidar la confabulación que impera entre las fracciones y grupos parlamentarios y los secretarios. Los partidos políticos están ahí también.

Todo es un encadenamiento de concavidad soez: a partir del mensaje del mandatario (en el Centro Cultural Teopanzolco, hace unas semanas). Orador insidioso.

Resumo: no sirven de nada. Carecen de vasos comunicantes con la agenda coyuntural. Se solapa la incompetencia de los operadores del régimen. El vicealmirante Ortiz Guarneros, verbigracia, salió indemne del Salón de Comisiones, que se ha convertido en una atmósfera de banalidad. Marcos Zapotitla se obstina en defenderlo; mientras, en las calles y las avenidas; en las escuelas y los mercados, la espiral bélica se convulsiona.

De esta forma, los representantes populares trasgreden la soberanía y, sobremanera, la confianza de los habitantes. (Se ve de cerca la contienda comicial intermedia. El desagravio se superpondrá). Al final, la hipocresía: fotos, genuflexiones y juicios a posteriori.

Estas prácticas deplorables no se han sustituido. Su narrativa denota un mundo paralelo: la quimera. El formato es nefasto. Cada “sustentante” da cuenta, hasta por 15 minutos, de lo que le viene en gana. No hay autocrítica.

Qué pobreza de asambleístas y funcionarios. La torpeza de ambos es un escarnio.

¿Otro ejemplo? Ahí está José Manuel Sanz, el jefe de la Oficina de la Gubernatura, quien los dejo “injertados” (sobre el subsuelo del desierto). Según, su turno será este jueves, a las 21:00. ¡Otra arbitrariedad!

Espero que, en un instante de lucidez (que lo dudo), el presidente de la Mesa Directiva, Alfonso de Jesús Sotelo, dé una explicación sobre los gastos de estas escenas vergonzosas. Qué manera de dilapidar el erario. Dos palabras (a manera de corolario): promontorios infecundos.

 

DEL AMOR INSUBSTANCIAL

            Una alumna me cuestionó sobre la existencia del amor. Recordé, horas después, a Pablo, en 1 Corintios-13: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”. Obvio: el apóstol hace alusión al sentimiento espiritual ágape (cabe decir que un incrédulo, que lee lo superfluo y deambula en la aridez de la nada, no comprende el versículo, porque antepone la razón). La lejanía en el ponto -a media noche- recrea lo inevitable: la muerte. “Madréporas insustanciales”. O pólipos incólumes. Peñón desconocido.

 

ZALEMAS

            El viento es vocablo y monzón. Sobre el primero, la poetisa Rosario Castellanos acotó:

 

Me tendí, como el llano, para que aullara el viento.

Y fui una noche entera

ámbito de su furia y su lamento.

Rosario castellanos

 

La oscuridad del no-día continúa. Fluye encima de la montaña inenarrable, donde tus ojos muertos me miraron alguna vez. ¿Y tus huesos? No existes. Solemos (por la transgresión) instaurar sucesos concomitantes. Por ende, ni pronunciándote te veo…

Huidobro emite una esperanza:

 

Mi alegría es oír el ruido del viento en tus cabellos.

 

Ese éxtasis no llegará. Es como el fulgor de la soledad: se hace un vacío sobre el desprecio.

El Rapto viene… (¿Hasta el siguiente jueves?).