Árbol inmóvil - Alfonso Sotelo: nulo liderazgo

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Alfonso Sotelo: nulo liderazgo

El presidente de la Mesa Directiva del Congreso, Alfonso de Jesús Sotelo, carece de un liderazgo auténtico. Sus homólogos lo han evidenciado. Recién, hasta lo han asociado con violencia política. El Frente Progresista de Mujeres (una pantomima) se le fue encima… En suma, en esta parte, el Poder Legislativo es un galimatías y un cúmulo de atrocidades; una especie de carroña, que se encuentra en la calle, abriendo y chorreando veneno…

            Sus antecesores, si bien “robaron” a mansalva, impusieron un esquema epistémico deliberado (bajo el influjo de la corrupción). ¿A qué viene a colación? A lo siguiente: el artículo 23 de la Ley Orgánica del Congreso, expone: “Para mantener el orden y la disciplina en el trabajo legislativo, el Presidente de la Mesa Directiva del Congreso del Estado, podrá aplicar las siguientes medidas: I. Amonestación: Se entenderá como amonestación la llamada de atención que, de manera verbal se hace a un diputado cuando contraviene el orden reglamentario de las sesiones”.

“Líder”, según la Real Academia Española de la Lengua, es una “Persona que ejerce su autoridad sobre los miembros de un grupo, basándose en la confianza que le otorgan”. Y, sobre esa línea, un ser de esta naturaleza posee carisma y cualidades íntegras. Ejemplos hay en demasía.

Tras esta prolija introducción, debo concluir que, en la persona de Sotelo Martínez, no existe nada de esto. Es vacuo. Badulaque. Sórdido. Predecible. Tiene una escasez de vocabulario que raya en el ensimismamiento banal. Es heurístico. Sigue, como cualquier integrante de la clase política acomodaticia, un periplo de voracidad y sumisión. No mantiene el triunvirato sistémico que el Poder Legislativo requiere. Y, por ende, toma decisiones con la ansiedad de la subordinación (sirve a alguien y, lo peor, lo hace mal).

Más adelante, el precepto sigue: “Los diputados serán amonestados por el Presidente del Congreso del Estado cuando: a) Con interrupciones infundadas, altere el orden de las sesiones…”.

En la apertura del segundo año de faenas parlamentarias, Sotelo hizo caso omiso al espectáculo infausto de José Casas, cuando, en plena tribuna, hizo lo que le vino en gana. Entonces, éste amonestó (con un autoritarismo irrisorio y petulante) a los trabajadores de la Fiscalía General del Estado. Zarandeó el Pleno. Ante esto, el presidente hizo mutis. Su silencio simbolizó ignorancia y cobardía. Tuvo que establecer una moción de orden y, a cambio, recurrió a su voz débil y aciaga. No hizo nada. Así, al cabo de un año, nadie le hace caso. Ven en su estructura corporal un manto de nimiedades y unos estigmas de extenuación (o raquitismo). ¡Elementos de la nada!

El artículo continúa: “b) Agotado el tiempo y el número de sus intervenciones, sin autorización del Presidente, pretendiere continuar haciendo uso de la tribuna; c) Incite al desorden al público asistente a las sesiones del Congreso del Estado; d) Provoque desorden en el Recinto Legislativo; e) Porte armas dentro del Recinto Legislativo; f) Agreda verbalmente a algún diputado; g) Profiera amenazas u ofensas, a uno o varios diputados; y h) Una vez iniciada la sesión los diputados que se presenten con una demora mayor a treinta minutos…”.

Ni apercibimiento, ni nada. Así es este presidente exangüe, que será olvidado desde este soplo. Será recordado, sí, por su ansiedad de adquirir autos de lujo… Y ni eso logró concretar. Él y NADA son lo mismo. Adiós.

 

ZALEMAS

            El polvo se pierde con el céfiro. Suele esconderse en las plantas y las mentes sucumbidas. En su estela, deja un halo de inexistencia (como cuando la palabra se volatiliza de la mente del rapsoda). Es el peligro de la poesía y, a la vez, la sensación de la muerte en el acantilado. En “Alba”, Federico García Lorca hace que la angustia se precipite:

 

Mi corazón oprimido

Siente junto a la alborada

El dolor de sus amores

Y el sueño de las distancias.

La luz de la aurora lleva

Semilleros de nostalgias

Y la tristeza sin ojos

De la médula del alma.

 

            El cielo, luego de la lluvia glacial, se queda en soledad. Y se oprime, como el alma. La distancia se vuelca hacia el misterio de la ininteligibilidad. Sólo distante, el ser se aproxima, sin proponérselo, a la empatía. Empero, todo sigue igual: la monotonía en el tiempo innecesario.

 

La gran tumba de la noche

Su negro velo levanta

Para ocultar con el día

La inmensa cumbre estrellada.

 

            El féretro de la oscuridad es una vánova desconocida y, en gran medida, súbita… No tiene cabida; pero, se desliza en la línea de la trasgresión.

(Hasta el próximo jueves…).