A Nivel Banqueta - Obrador y el sexenio estomacal

En opinión de Francisco Valverde Prado

A Nivel Banqueta - Obrador y el sexenio estomacal

López Obrador se convirtió en presidente de México con una votación superior al 53,0% y fue electo con el mayor número de votos en la historia de nuestro país. Más de 30 millones de mexicanos lo eligieron como la autoridad máxima en nuestra mal llama- da república.

 

La victoria de Obrador fue construida en la necesidad de un cambio verdadero. “Prime- ro los pobres”, una de sus frases más ilustres y pegajosas; sin embargo, ¿qué ha pasa- do desde aquel emblemático triunfo electoral? El país se encuentra más dividido que nunca y el odio entre unos y otros jamás había sido tan explotado por algún presiden- te de nuestro país. La polarización ha sido el resultado más visible del actual gobierno.

 

Solemos decir que actuamos con el estómago cuando reaccionamos de forma impul- siva, con escasa asistencia de la razón. Si tuviéramos que pensar en algún órgano que mejor describa el actuar de nuestro presidente, Obrador, sin duda sería el estómago. En el estómago descansan algunos de nuestros más grandes corajes, sentimientos de ira y bilis.

 

El odio con el que el actual gobierno se ha conducido no tiene precedentes. Todo aquél que se atreve a pensar diferente, a criticar o simplemente opinar en contra de la espe- ranza de México, se convierte en un repudiado traidor, un vendido o parte de la mafia del poder, como suele llamarla el presidente Obrador.

 

Ejemplos tenemos muchos, ya sean los padres de los niños enfermos con cáncer o uno de tantos periodistas que se atreva a escribir alguna crítica o análisis que no favorezca al gobierno emanado de Morena.

 

Históricamente, los resentimientos entre ricos y pobres siempre han existido. No son nuevos ni tampoco recientes. En México, tenemos tatuada con tinta indeleble aquella vieja creencia acerca de la clase más privilegiada en nuestro país: “el que tiene más es porque seguramente se lo chingó o se lo robó a otro mexicano”. Un resentimiento que tiene sus raíces desde la llegada de Hernán Cortés.

 

Si algo supo hacer Andres Manuel, fue capitalizar un añejo odio. Indios contras españo- les, güeritos contra morenos. Un odio que existía de manera velada y hasta hipócrita. Un resentimiento presente en el díaa a día de nuestras vidas. “Divide y vencerás”,  utilizada por Julio César y también por Napoleón Bonaparte.

 

Si bien es cierto que aquél viejo sentimiento de venganza no sólo se transparentó pero también se ha convertido en un estilo de gobernar y al que podríamos llamar: el sexe- nio estomacal; también es urgente preguntarnos: ¿a dónde nos llevará la apuesta de López Obrador? ¿Cuál será la herencia de seis años de división? ¿De sacar raja del árbol caído? ¿Algún país ha encontrado crecimiento y esperanza a partir del miedo, el odio, la venganza y el resentimiento? ¡Claro que no!

 

Es cierto, en México necesitamos se haga justicia, que nada ni nadie esté por encima de la ley. Cosa que tampoco hemos visto en la presente administración. Los compa- drazgos continúan, la mafia del poder sólo fue sustituida por una nueva y los contratos a modo, tampoco han desaparecido. Si algo bueno puede salir de un México injusto, es un nuevo modelo de justicia, que no proteja ni resuelva a modo o de acuerdo a los intereses del gobierno en turno.

 

Triste, pero el actual gobierno ha decidido destruir a costa de lo que sea y lo está lo- grando. Más allá de engañosos programas o dádivas gubernamentales, México ha de- crecido de acuerdo a los principales indicadores no sólo de nuestro país pero también de acuerdo a órganos internacionales. El diagnostico de Obrador es correcto: “primero los pobres”. El error radica en el órgano utilizado para resolverlo: el estómago.

 

Email: fvalverdep@gmail.com